Cambio Sostenible responde a la crisis climática

Cambio Sostenible responde a la crisis climática

La narrativa contemporánea de la historia humana está irrevocablemente entrelazada con el espectro del cambio climático. A medida que las temperaturas globales continúan aumentando, las repercusiones de nuestras acciones se vuelven cada vez más alarmantes, remodelando paisajes, medios de vida y el propio tejido de nuestras sociedades. Los impactos, amenazas y riesgos inminentes planteados por el cambio climático no son conceptos abstractos confinados al discurso científico; son realidades tangibles que exigen una atención urgente.

Las estadísticas son alarmantes: las temperaturas globales ya han aumentado en 1,1°C, lanzándonos hacia el umbral crítico de 1,5°C a un ritmo que amenaza con superar nuestra capacidad de intervención significativa. El costo en regiones vulnerables es particularmente devastador, con inundaciones, sequías y tormentas cobrando un peaje quince veces mayor en vidas humanas entre 2010 y 2020. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), concebidos como una hoja de ruta hacia un futuro más equitativo y sostenible, están tambaleándose, con más del 50% de los objetivos estancados o retrocediendo.

La sociedad civil desempeña un papel fundamental en la lucha contra el cambio climático al movilizar cambios estructurales, colectivos e individuales. Desde la manifestación pacífica en las calles hasta la participación en procesos de toma de decisiones, los ciudadanos comunes y las organizaciones de base han estado a la vanguardia de los esfuerzos por proteger los intereses ambientales. Su activismo ha generado conciencia pública, impulsado cambios legislativos y promovido la adopción de tecnologías limpias y prácticas respetuosas con los ecosistemas.

Las conclusiones generadas por organismos internacionales apuntan a la acción sinérgica como fuente de alineación de esfuerzos entre la Agenda 2030 y el Acuerdo de París. Estas políticas integradas proyectan un potencial de desbloquear oportunidades económicas por un valor impresionante de USD 43 billones para 2070. Como prioridad unificada se ha recomendado la transición hacia fuentes de energía renovable y el aumento de la eficiencia energética, que podrían catalizar la creación de 24 millones de empleos para 2030, subrayando los dividendos económicos de la acción climática.

Sin embargo, el puente financiero que se cierne ante nosotros requiere un cambio de paradigma en nuestro enfoque. Según la Organización de las Naciones Unidas, a pesar de lograr una duplicación del financiamiento climático en la última década, un déficit de USD 4,3 billones en flujos financieros anuales para 2030 amenaza con socavar los esfuerzos colectivos. Una transición hacia una economía baja en carbono promete generar 100 millones de empleos para 2030, sin embargo, el espectro de desplazar a 80 millones de trabajadores subraya el imperativo de una transición justa.

El enfoque que desde la sociedad civil se ha expresado como cambio del paradigma es el de justicia climática como oportunidad de superar las barreras entre las decisiones necesarias para superar la crisis climática sin perjudicar a comunidades que dependen actualmente de actividades económicas a base de carbono.

La inclusión de este enfoque en medio del trabajo sinérgico requiere cumplir una agenda equitativa en que la sociedad civil, como representante de los intereses colectivos, logre consensos justos para los territorios y los demás actores tomadores de decisión.

Es por ello que Cambio Sostenible, como organización de la sociedad civil latinoamericana, contribuye a la consolidación de una respuesta regional en justicia climática con diferentes acciones. Al promover plataformas tecnológicas de conocimiento y de colaboración regional y global, fomentar colaboraciones multisectoriales desde la gobernanza y reimaginar las estructuras de financiamiento de reducción del carbono, siendo estas acciones parte del plan de sostenibilidad de la organización con proyecciones al 2030-2035.

Invitamos a las comunidades locales a no separar el desarrollo sostenible de la acción climática y entender que para resolver de manera colaborativa las situaciones derivadas de la economía del carbono, estas soluciones deben ser diseñadas desde la equidad y justicia, para no dejar a nadie atrás, y tampoco excluir del proceso de adaptación a ningún actor parte del territorio.