El mar Caribe, una joya biodiversa que debe conservar la sociedad colombiana.
El mar territorial colombiano, con costas en el mar Caribe y el océano Pacífico, comprende unos 2.070.408 km2 , lo cual significa que cerca del 50% del territorio nacional es marítimo. Esta otra mitad del territorio, emblemática por sus recursos naturales, se encuentra debilitada ante los constantes impactos ambientales derivados de la actividad humana.
Entre el inventario de beneficios que tiene el mar colombiano se encuentran sus servicios ecosistémicos, ya sea la regulación del clima, ser fuente de alimento, agua, minerales e hidrocarburos; como espacio estratégico para las comunicaciones, el transporte, el turismo y la recreación, o para adelantar el paso hacia energías renovables, en las que el viento, las mareas, el oleaje o incluso el gradiente geotérmico entre aguas superficiales y profundas serán los mecanismos que se irán adoptando gradualmente en la transición energética (Franco Herrera, 2022).
Conforme pasa el tiempo, la preocupación por una gestión sostenible del mar crece, el aumento del turismo, el crecimiento de las ciudades costeras y las actividades económicas dependientes de los ecosistemas marinos merece impulsar acciones en su sostenibilidad.
El Distrito de Santa Marta, un majestuoso territorio del caribe colombiano se ha consolidado en los últimos años como la ciudad de recepción de la comunidad colombiana por sus particulares características geográficas, una ciudad en medio del mar, la ciénaga del Magdalena y el Parque Nacional Natural la Sierra Nevada de Santa Marta. Una joya azul y verde para Colombia y América Latina. Ahora confronta las necesidades derivadas del crecimiento poblacional y los impactos de la vida de ciudad, gestión integral de sus residuos sólidos, el tratamiento y disposición de las aguas residuales domesticas e industriales, una política de turismo ecológico y de gestión de la conservación de ecosistemas marinos.
Según el Diagnóstico y Evaluación de la Calidad de las Aguas Marinas y Costeras en el Caribe y Pacífico Colombiano, realizado por el Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (Invemar), la bahía de Santa Marta es una de las playas más contaminadas de la ciudad, relacionadas con las actividades portuarias, turísticas y comerciales. A ello se suma la descarga de aguas residuales del río Manzanares, junto a las severas necesidades de saneamiento y tratamiento de aguas residuales en diferentes sectores del distrito como Taganga, el Rodadero y Santa Marta centro (Hoy El Diario de Magdalena, 2018).
Las actividades humanas se han convertido en amenazas para la biodiversidad marina, en especial para los ecosistemas que acoge el litoral de Santa Marta, entre ellos, pasto marino, el litoral rocoso, la playa de arena y rocas, y las comunidades coralinas. Estos ecosistemas han sido afectados de manera sistemática y reducidos en el tiempo, perdiendo capacidades estratégicas como el almacenamiento de “carbono azul”, el cual es dióxido de carbono de la atmosfera y de los océanos, clave para mitigar el cambio climático, además de ser importantes como zonas de amortiguación ante riesgos naturales y antrópicos que protegen a los demás ecosistemas de su área de influencia.