La Economía del Cuidado en Colombia: Un Reto para el Desarrollo Social
La economía del cuidado, una de las principales actividades que sostiene el bienestar de nuestras sociedades, ha cobrado visibilidad en Colombia y América Latina. El valor y la importancia del trabajo doméstico y de cuidado no remunerado se reconocen cada vez más, pero su integración en las políticas públicas aún enfrenta retos importantes. La economía del cuidado se refiere a todas aquellas actividades necesarias para el bienestar de las personas, como el cuidado de niños, personas mayores y tareas domésticas, que son fundamentales para el funcionamiento social y económico, aunque históricamente invisibilizadas.
En Colombia, según el documento preliminar del Departamento Nacional de Planeación (DNP), la economía del cuidado representa un desafío crucial para el desarrollo social y económico. El país ha avanzado en el diseño de instrumentos como la Cuenta Satélite de la Economía del Cuidado (CSEC), presentada por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Este instrumento permite medir el valor económico del trabajo no remunerado, demostrando que representa una proporción significativa del Producto Interno Bruto (PIB) de Colombia, lo que visibiliza su importancia y la necesidad de políticas que redistribuyan esta carga, que recae mayoritariamente en las mujeres .
La implementación de políticas públicas en este ámbito aún se encuentra en etapas tempranas. Colombia ha avanzado con la inclusión de la economía del cuidado en planes de desarrollo y políticas sectoriales, pero enfrenta desafíos como la falta de mecanismos efectivos para redistribuir el trabajo no remunerado y promover la corresponsabilidad entre el Estado, el sector privado y las familias. Además, el reconocimiento de la economía del cuidado como un elemento clave en la construcción de sociedades equitativas sigue siendo un proceso lento.
América Latina también muestra avances, como la creación de sistemas nacionales de cuidados en países como Uruguay y la elaboración de políticas integrales que buscan una mejor distribución del tiempo de las mujeres y promover la corresponsabilidad en el cuidado. No obstante, la región aún debe superar obstáculos, como la desigualdad de género y la falta de inversión en infraestructuras de cuidado.
El camino hacia una economía del cuidado más equitativa requiere de un cambio de enfoque, donde se diseñen políticas que reconozcan, valoren y redistribuyan el trabajo de cuidado. Esto implica que las instituciones sociales y económicas reconozcan el valor de estas actividades, que se establezcan sistemas de protección social más inclusivos y que se fomente la corresponsabilidad en todos los niveles. La sociedad civil tiene un papel fundamental en abogar por estos cambios y contribuir a la transformación de las estructuras que perpetúan las desigualdades.
Así las cosas, aunque se han dado pasos significativos en Colombia y América Latina, la implementación efectiva de políticas públicas que aborden la economía del cuidado sigue siendo un reto. Es necesario continuar con la sensibilización y el diseño de estrategias que impulsen una redistribución justa del cuidado y fortalezcan la equidad de género en la región.
Escribió para Cambio Sostenible,
Área de Inclusión Social