La Migración Forzada por el Clima: Un Llamado a la Acción en Colombia
La migración asociada al cambio climático es un fenómeno complejo y creciente que está moldeando el futuro de millones de personas en todo el mundo, y Colombia no es la excepción. En un contexto global en el que el cambio climático se acelera, las comunidades más vulnerables, como las de la región de La Guajira, están enfrentando las consecuencias de fenómenos climáticos extremos. El calentamiento global, que ha llevado a que julio de 2023 sea el mes más caluroso registrado en la historia, no es solo una cifra alarmante; es una advertencia que exige una respuesta urgente y coordinada a nivel global y local.
El informe de la Universidad de Antioquia resalta cómo el incremento de la temperatura global, que se espera alcance 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales en la próxima década, está transformando áreas habitables en zonas hostiles, forzando a millones de personas a abandonar sus hogares. Este desplazamiento forzado, que anteriormente era resultado de conflictos armados o crisis económicas, ahora tiene al cambio climático como uno de sus principales motores. En Colombia, regiones como La Guajira, Córdoba, y el Atlántico están en riesgo de convertirse en inhabitables debido al aumento de las temperaturas y la escasez de recursos esenciales como el agua.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) ha tomado un rol activo en enfrentar este desafío, reconociendo la importancia de abordar la migración forzada por causas ambientales. Desde su mandato en 2007 y la creación de la División de Migración, Medio Ambiente y Cambio Climático en 2015, la OIM ha trabajado para que la gobernanza de la migración refleje la influencia de los factores ambientales y climáticos. Sus esfuerzos se centran en prevenir la migración forzada cuando es posible, proteger a las poblaciones afectadas y facilitar la migración como una estrategia de adaptación al cambio climático.
En Colombia, la visita de Andrew Harper, Asesor Especial de Acción Climática de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), ha subrayado la importancia de la inclusión y la protección para enfrentar los desafíos del cambio climático. En su visita a La Guajira, Harper observó de primera mano cómo el pueblo Wayúu, que ha vivido durante generaciones en armonía con su entorno, ahora lucha por sobrevivir en un territorio cada vez más inhóspito debido a la crisis climática. Este ejemplo ilustra cómo aquellos que menos contribuyen al cambio climático son, paradójicamente, los más afectados por sus consecuencias.
La sociedad civil tiene un papel fundamental en este contexto. Como ciudadanos, es crucial que entendamos nuestra corresponsabilidad en el cambio climático, no solo en términos de nuestras emisiones individuales, sino también en cómo nuestras decisiones diarias, como el consumo de productos importados de regiones con altas emisiones de carbono, contribuyen a este problema global. Además, es necesario abogar por políticas que promuevan la sostenibilidad ambiental y la adaptación al cambio climático, especialmente en países como Colombia, donde las vulnerabilidades sociales y ambientales están profundamente entrelazadas.
El desafío del cambio climático y la migración forzada es un recordatorio de que nuestras acciones, tanto colectivas como individuales, tienen un impacto profundo en la vida de millones de personas. No se trata solo de adoptar prácticas más sostenibles, sino de construir una sociedad más inclusiva y resiliente, capaz de enfrentar los retos que nos impone el cambio climático con dignidad y solidaridad. Colombia, con su vasta experiencia en la gestión de la movilidad humana y su creciente reconocimiento del desplazamiento climático, tiene la oportunidad de liderar este cambio, tanto a nivel regional como global.
Escribió para Cambio Sostenible,
María Alejandra Angarita – Voluntaria.